Socialistas de todos los partidos

Blog inspirado en el libro "Camino de servidumbre", que Hayek dedicó a los socialistas de todos los partidos. Socialismo entendido como colectivismo, como sumisión del individuo al grupo, en aras de hermosos ideales que no sólo en su sueño producen monstruos.

sábado, junio 17, 2006

La democracia liberal y la moral

La democracia liberal considera como el bien moral que cada uno tenga la libertad de tener sus propias ideas morales, y la libertad de intentar vivir su vida de acuerdo a sus propios conceptos morales. El único límite es el idéntico derecho de los demás ciudadanos a tener su propia moral y libertad. Es decir, la democracia liberal la única moral que impone es la de garantizar a cada uno la libertad, e imponer a cada uno el respeto a la libertad ajena. El colectivo tiene derecho a poder cambiar incruentamente de gobernantes cada X años, pero no tiene derecho a imponer mediante esos gobernantes sus propias ideas morales (por mayoritarias que pudieran ser) a la minoría. Eso es una democracia liberal, y eso es lo que yo defiendo como incomparablemente mejor que cualquier otra forma de organización humana, con sus defectos. ¿Qué sucede en la realidad?. Pues que la democracia, como ya dijo Aristóteles, puede fácilmente caer en la demagogia, y en la tiranía de las mayorías. Por eso soy partidaria de que el gobierno sea lo más limitado posible, y los impuestos bajos, para salvaguardar el espacio personal de dignidad y libertad frente a las tentaciones totalitarias de las mayorías. Pero hay muchas personas que de la democracia se quedan sólo con la parte de las elecciones periódicas, y del gobierno del pueblo. La democracia liberal es mucho más que eso. Es separación de poderes, garantías para las minorías, carta de derechos individuales a salvo del poder del Estado, controles y equilibrios institucionales, separación Iglesia-Estado, etc.

Una democracia no liberal es simplemente que se haga lo que diga la mayoría. El bien y el mal se deciden por votación, y se le imponen a todos los ciudadanos apoyándose en el poder coactivo del Estado. Si la mayoría decide que beber está mal, se hace una ley seca. Si la mayoría decide que la homosexualidad está mal, se pena. Si la mayoría decide que está bien que todo sea de todos, independientemente de quién lo haya creado, pues se arrebata su propiedad a los que la tienen, y se le reparte a quien nada hizo por construirla. El problema de este fundamentalismo democrático, es que una democracia sin límites se autodestruye en poco tiempo: si la mayoría elige a un gobierno, ese gobierno es como un Dios del antiguo testamento. La libertad de expresión no tiene sentido, puesto que criticar al gobierno es oponerse a la voluntad de la mayoría, y la mayoría siempre tiene razón en una democracia. Criticar al gobierno es antidemocrático, y por tanto se cierran o censuran los medios de comunicación discrepantes de la idea mayoritaria, que es el Bien por definición. Se prohiben los partidos políticos de oposición, puesto que cuestionan lo que la mayoría ha decretado. Los individuos opuestos a la moral gubernamental son discriminados, penados o enviados a centros de reeducación. Por todo ello, se hace imposible que la minoría de hoy pueda llegar a ser la mayoría mañana, y desaparece la posiblidad de alternancia en el poder. Las elecciones pasan a ser innecesarias, y si continúan haciéndose es por mantener una ficción de libertad, que rápidamente se elimina en caso de necesidad. Esto es lo que pasó con Hitler, y lo que va camino de pasar con Chávez.

La democracia no liberal es tan despótica como el gobierno de los reyes del antiguo régimen, e incluso más opresiva, porque es la mayoría de la población la que está de acuerdo y colabora con la opresión del discrepante.

No es que los partidarios de la democracia liberal sean relativistas morales que se abstienen de imponer una moral porque les parece todo igual de bien. Es que para un liberal, la libertad individual es el bien moral por excelencia. La libertad que tiene cada uno de hacer cosas que (para nosotros) estén equivocadas, mientras no las imponga a los demás. No hace falta tomar drogas para ser partidario de la legalización de las drogas. Incluso se puede ver moralmente mal el uso de drogas, pero por encima de eso está la libertad de cada uno de nosotros. Para un liberal, la sociedad no tiene ningún derecho moral a decirle a una persona qué hacer con su vida, su libertad y su propiedad, más allá de imponerle que respete idénticos derechos a los demás. Para un liberal, tan inmoral es que el colectivo te diga qué hacer con tu cuerpo como que te diga qué hacer con tu dinero. En ambos casos, se está apropiando de tus medios legítimos para vivir como desees. En una dictadura de derechas, normalmente se impone una moral conservadora, que pena el adulterio femenino y la homosexualidad, reprime las drogas y subordina la mujer al hombre. En una dictadura de izquierdas, normalmente se suprime la propiedad privada. En ambos casos, el individuo queda a merced de lo que el gobierno determine para él. La libertad en una dictadura no es un derecho, sino una concesión.

Nosotros, afortunadamente, no vivimos en una dictadura. Pero tampoco vivimos en una democracia liberal completa.

a) Hay elecciones periódicas, sí. Pero los partidos políticos no tienen un funcionamiento interno democrático, y los ciudadanos no votamos a personas, sino a partidos, ya que las listas electorales son cerradas. Además, los partidos políticos no son capaces de autosostenerse, ya que gastan mucho más dinero en propaganda y campañas electorales de lo que podrían permitirse a base de las cuotas de los afiliados. El resto del dinero sale de subvenciones públicas (que pagamos todos mediante impuestos), o aportaciones de empresas, o créditos condonados. Caldo de cultivo para la corrupción.

b) La separación de poderes es muy deficiente: debido a la partitocracia y a las listas cerradas, el poder legislativo y el ejecutivo no están tan separados como soñaran los ideólogos de la democracia liberal. Y a su vez, estos dos poderes (los políticos) condicionan en gran medida la composición de los altos tribunales (poder judicial), lo que pone en duda la independencia de sus dictámenes.

c) El sistema electoral favorece a las minorías regionales frente a las mayorías nacionales, y hace que no todos los votos valgan lo mismo. Además, no se produce una segunda vuelta para que los ciudadanos elijan directamente quién debe gobernar, sino que se hace una sola vuelta, y a no ser que alguien alcance una mayoría absoluta, serán los pactos postelectorales entre los dirigentes políticos los que decidan quién gobierna finalmente. Es decir, los políticos minoritarios obtienen una dobre sobrerrepresentación y un poder político mucho mayor de el que los ciudadanos les conceden con sus votos.

d) Hay un título entero de la Constitución dedicado a brindar los derechos de la minoría más minoritaria (el individuo) frente al poder del Estado (que representa a la mayoría). Pero los incumplimientos son numerosos, aunque estemos tan acostumbrados a ellos que ya ni nos damos cuenta: el Estado nos prohibe consumir drogas, conducir sin casco o cinturón de seguridad, educar a nuestros hijos en casa, construir nuestra casa como y donde queramos, abrir una cadena de radio o televisión sin permiso previo del gobierno, recibir información publicitaria sobre medicamentos que requieran receta médica, etc. Eso respecto a la libertad. Respecto a la propiedad, los incumplimientos son igualemente obvios: se nos reconoce el derecho a la libertad de empresa, pero las regulaciones y trámites son interminables y están en constante cambio; se reconoce el derecho al trabajo, pero se ponen innumerables condiciones y regulaciones a la libre contratación. Tenemos derecho a la propiedad privada, pero los impuestos nos quitan la mitad de nuestro dinero para entregárselo al colectivo.

Sé que muchas personas verán mal la primera mitad de medidas coactivas, pero verán bien las segundas. (En realidad, para un liberal, la libertad es indivisible). Lo que trato de decir es que unas y otras representan la imposición de una determinada moral. La derecha tradicional ve mal las formas de vida no tradicionales. La izquierda tradicional ve mal la desigualdad económica y el capitalismo. La cuestión es que lo imponen a los demás mediante el Estado. Si eres comunista, eres libre de asociarte con otros de tu misma moral y vivir en una comunidad donde no exista el dinero, y todo sea comunitario, y nadie pueda llegar a tener mejor casa que los demás. Pero que sea aceptado libremente por todos los que allí vivan. Si piensas que nadie debería trabajar más de 35 horas a la semana, intenta encontrar un modo de vivir de acuerdo con tus convicciones, pero no impidas por ley que quien tenga otra idea acerca de cómo vivir, otras prioridades, pueda trabajar todo lo que libremente decida. Si crees que un licenciado, por el hecho de serlo, tiene derecho a cobrar como mínimo 1200 euros al mes, pues licénciate y no aceptes nada por debajo de ese sueldo, pero no impongas salarios iguales por ley para todos los licenciados, porque los hay despiertos, trabajadores, que además de la carrera han hecho 10 cursillos, que tienen don de gentes, que aprenden rápido, y los hay cuyo trabajo objetivamente es menos valioso para la empresa que el de un FP. Un contrato libremente aceptado por dos personas mayores de edad y mentalmente capacitadas, debería ser lo que ambas personas decidieran, siempre que no haya externalidades que dañen los derechos negativos de una tercera persona a la vida, la libertad o la propiedad.

Obviamente, se puede alegar a favor de las regulaciones laborales desde un punto de vista moral. Pero es que también se puede alegar a favor de la prohibición de las drogas desde un punto de vista moral. Lo único que posibilita que todos convivamos en libertad es respetar la vida, libertad y propiedad de los demás, y ni quien consume cocaína ni quien decide trabajar más de 40 horas a la semana está dañando la vida, libertad o propiedad de una tercera persona. La derecha habla en nombre de la salud pública o de la tradición, la izquierda habla en nombre de la justicia social. Pero en ambos casos, el resultado final es imponerle una determinada visión moral de cómo debe portarse la gente a personas que no la comparten.

La ley en una democracia liberal no debe imponer ninguna moral colectiva, sino defender a los individuos concretos en sus derechos legítimos.

Creo que todos coincidiremos en que ninguna persona tiene derecho a llegar y obligarte a no beber alcohol, o a darle tu cartera. Y si no tienen ese derecho como individuos, no sé en virtud de qué extraña magia democrática pasan a tenerlo cuando se unen varios miles o varios millones. Por mucho que lo decidan en democrática votación.

(Hablo de izquierda y derecha como arquetipos clásicos, aunque hoy día la izquierda no legaliza la droga ni la derecha baja apenas los impuestos).

(Hay determinadas regulaciones laborales que sí veo bien: las relacionadas con el derecho negativo a la vida. Desde mi punto de vista, el Estado debe asegurarse de que los puestos de trabajo sean tan seguros para la salud como sea razonablemente posible, de que los trabajadores tengan a su disposición los medios de protección en el trabajo que los protejan de caídas de andamios, de intoxicaciones, etc, y de que estén informados de los riesgos para su salud que puedan derivarse de ese trabajo. De igual modo, respecto a las drogas, creo que el Estado debería luchar contra la venta de sustancias adulteradas, e informar a los ciudadanos de las posibles consecuencias para la salud. Ya he dicho que no estoy en contra de que exista el Estado, y que hay cuestiones para las que me parece imprescindible: precisamente para defender los derechos negativos a la vida, la libertad y la propiedad de cada ciudadano. Pero a partir de ahí, es cada persona la que debe vivir su vida, con su propia moral, en libertad y responsabilidad.)

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Creo que al pintar el cuadro olvidas otro tipo de tiranía no menos pesada que la de las mayorías: la de los mono/oligopolios. Los individuos somos libres de prestarnos dinero en las condiciones que queramos unos a otros, pero si la gran banca la dominan siete tíos, mis posibilidades de negociar condiciones son nulas. Del mismo modo, si quiero tener luz en mi casa he de aceptar pasivamente lo que me imponga el suministrador, y ahí se hace necesaria una regulación que garantice el acceso de todos al servicio.

Del mismo modo, la no regulación de los contratos laborales conduciría inevitablemente, al haber más demanda que oferta de empleo, a que se impusieran salarios ínfimos ofrecidos como las lentejas, que las tomas o las dejas. No creo que debamos permitir (no en nuestra sociedad actual) que por afirmar la libertad de contratación se den en la práctica situaciones de explotación.

En fin, son temas complejos, pero me parece que la fe en la mano invisible va en ocasiones demasiado lejos.

11:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

(Dos pareados involuntarios en las dos últimas frases...)

11:20 a. m.  
Blogger mayo said...

Ciertamente la economía de mercado no es perfecta, no es eso lo que digo. Parafraseando a Churchill, probablemente sea el menos malo de los sistemas económicos. Pero el hecho es que el ser humano tiene que comer cada día para comer, aparte de otras muchas necesidades más o menos apremiantes. Y para satisfacerlas, tiene que trabajar, que arriesgar y que inventar. Y hay recursos escasos que hay que repartir. Lo que digo es que ante esa realidad, la economía de mercado es más eficaz (lo que no creo que pueda discutirse tras las experiencias comunistas) y más justa (que ya sé que mucha gente no está de acuerdo) que el socialismo. Pero con esto no digo que el Estado no deba existir. De hecho, el Estado me parece imprescindible.

Y hay determinados sectores en los que el mercado tiende a los monopolios o los oligopolios, porque es muy difícil entrar a competir con las grandes empresas ya constituídas. A menudo se ha acusado a las empresas de gasolineras de ponerse de acuerdo para vender al mismo precio. Pero, aunque difícil, no es imposible que algún empresario compre gasolineras para crar una cadena en la que vender gasolina más barata, puesto que ahí hay una oportunidad de negocio. Sólo es necesario que un empresario encuentre financiación para ello y se arriesge a intentarlo.

Por otro lado, es en ocasiones el propio Gobierno el que fomenta que el oligopolio no tenga competencia interna: el precio de la electricidad lo fija el gobierno, por lo que las distribuidoras de electricidad no pueden competir entre ellas (al menos, no mediante ofrecer precios más bajos que las otras).

Hay regulaciones para evitar los monopolios y la competencia desleal (vender bajo costo para arruinar a una empresa rival cuando está empezando, por ejemplo). Es un tema complejo, porque esa legislación antimonopolio se ha usado para impedirle a Microsoft vender paquetes con varios de sus productos juntos, por ejemplo. Y eso no es dumping, eso es libertad de empresa. Microsoft vende productos que satisfacen más (por las razones que sea) a los consumidores que los que vende la competencia, y eso no es ni más ni menos que hacer bien su trabajo. En otros casos, sí que he estado de acuerdo con la aplicación de esas leyes (por ejemplo en el tema de las aerolíneas USA). No estoy en contra de que el Estado regule para evitar abusos y defender al consumidor. El Estado debe defender nuestros derechos como consumidores(y los de los empresarios afectados ilegítimamente por los monopolios), pero eso también puede llevarle a abusar y a tomar decisiones arbitrarias. En ocasiones el Estado no defiende al débil, sino a los monopolios u oligopolios. Hay mucho que rascar en la financiación de los partidos políticos, o en los súbitos enriquecimientos de algunos políticos. El conchavamiento de público y privado no es capitalismo, sino mercantilismo.

Aún así, defiendo el papel del Estado como garante, y defiendo las leyes antimonopolio.

Por otro lado, si te parece que el precio de la electricidad es caro, piensa que es el que el Gobierno decide, y que además está muy hinflado por los impuestos, las regulaciones, los costes de transición a la competencia, etc. Y todo eso lo ha decidido el Estado, no las eléctricas.

Respecto al precio de la gasolina, me parece mal que las cadenas se pongan de acuerdo para vender todas al mismo precio, pero el perjuicio que eso le hace a la economía y a nuestros bolsillos es insignificante comparado con el hecho de que el 59% del precio de la gasolina sean impuestos.

A lo que voy es a que de una determinada empresa puedes huir a otra empresa. De un monopolio puedes abstenerte de consumir sus productos o servicios. Claro, que en el caso de la electricidad es difícil huir, pero en cualquier caso sólo te "obligan" a consumir electricidad a un determinado precio. (Y ya te digo, que ni siquiera, porque el precio no lo fijan ellas). Pero del Estado no puedes huir. Los impuestos tienes que pagarlos, y tienes que pagárselos a ese Estado concreto. Un Estado es el monopolio potencialmente más peligroso que existe, porque tiene el monopolio de la ley y de la policía. El Estado sí que es como las lentejas. Con el agravante de que a un "currito" le tiene pillado por la nómina, la hipoteca, etc. Ni puede ocultar a Hacienda parte de sus ingresos, ni tiene fácil irse a vivir fuera. Los grandes empresarios, en cambio, pueden huir a otros monopolios más benignos (con menos impuestos y más libertad de empresa). Pueden contratar asesores fiscales. Pueden poner su sede social en Andorra. Pueden tener cuentas en Suiza y dinero negro. A un "currito", o a un autónomo, o incluso a los pequeños empresarios, sólo les toca acoquinar.

Yo creo que el Estado debe garantizar los derechos e intereses legítimos, pero no producir productos ni servicios, a no ser subsidiariamente. Y pienso eso porque cualquier producto o servicio público, será un monopolio. Y creo que los impuestos deberían ser mucho más bajos y más sencillos de lo que son hoy día. Eso nos beneficiaría a todos. Y, además, los impuestos podrían reducirse substancialmente sin tocar los pilares básicos del Estado del bienestar, sólo con gestionar eficazmente y recortar gastos públicos supérfluos, que los hay y son muchos.

Respecto a lo de que los salarios, en ausencia de regulación serían ínfimos, eso es lo que decían la ley de hierro y la ley de bronce de los salarios.

http://216.239.59.104/search?q=cache:22IS2zTF7g8J:www.ccla.org.pe/publicaciones/pdf/otras/resumen-ejecutivo.pdf+ley+de+hierro+salarios&hl=es&gl=es&ct=clnk&cd=12

http://www.liberalismo.org/bitacoras/1/3074/

Básicamente, dejando aparte que el mercado "negro" de trabajo existe y es muy grande (lo que no me parece bien, pero pasará siempre que las regulaciones y los impuestos a la contratación sean muy altos, y es aceptado por ambas partes, empresario y trabajador), si esa idea tan extendida para criticar al capitalismo fuera cierta, nadie cobraría más del mínimo que legalmente pudiera cobrar. Pero es que la gran mayoría de trabajadores cobra más de el salario mínimo, y hay muchos que cobran más de lo mínimo para su titulación o puesto de trabajo. Un trabajador formado, preparado y con experiencia puede obtener un buen salario. No todos los trabajadores aportan lo mismo, y para eso se hacen las entrevistas de trabajo.

Por otro lado, el salario mínimo hace que trabajadores que, (por ser poco cualificados, o no hablar español, o ser jóvenes sin experiencia previa, o cualquier otra circunstancia) no pudieran ofrecer un trabajo que para la empresa valiera más del salario mínimo, se queden o bien sin posibilidad de trabajar, o bien sin protección legal, al tener que trabajar sin contrato. Si un empresario va a tener que pagar como mínimo 500 y pico euros (no recuerdo exactamente cuál es el salario mínimo en este momento), ya no contratará al menos formado, sino que se irá a otro tipo de trabajadores. Imponer un salario mínimo le priva al sector más débil de los que están buscando empleo de su arma fundamental para competir con los mejor formados: su disponibilidad a trabajar por poco dinero. Y, si no consiguen entrar en el mercado de trabajo, no tendrán la opción de ir ascendiendo dentro del mismo y conseguir mejores salarios el día de mañana.

Es cierto que estos son temas complejos, y no pretendo tener razón en todo. Simplemente, me parece que en España las ideas socialistas no suelen ser respondidas, y que siempre es bueno conocer otros puntos de vista y debatir.

Un saludo, Ignacio.

12:37 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Te advierto que estás predicando a un creyente, sólo que me gusta echar un poco de agua a los vinos demasiado espesos.

Pensando en el trabajo no regulado me viene la impresión que tuve en Londres, donde todo el mundo trapichea con dos o tres trabajos más

7:08 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

...más que precarios, decía, y la impresión es que no hay paro y todo (dinero, actividades) se mueve mucho más.

¿La contrapartida? vidas precarias, al día, gente de cuarenta años compartiendo piso en plan estudiante. En el fondo son modelos de sociedad; un sistema liberal no puede imponerse en una sociedad que como la nuestra ve la precariedad como la peor pesadilla.

7:10 p. m.  
Blogger mayo said...

Ignacio,

seguramente tienes razón y sirvo el vino demasiado espeso. Supongo que es una reacción pendular frente a tantas personas que sirven vodka y lo llaman agua. (No sé si las metáforas son lo mío).

En España el comunismo sigue teniendo buena fama entra amplias capas de la sociedad, sobre todo los jóvenes. Y los medios de comunicación, en su mayoría, colaboran a que se acepten como verdades innegadas y neutras "ideas" de fondo que podrían formularse como:

el "neo"liberalismo es malo

el socialismo es bueno

la globalización capitalista es mala

el Estado es bueno

la empresa privada es mala

todos tenemos derecho a (casi) todo, y el que nos lo niegue es un fascista

la derecha es fascista

el fascismo es de derechas

todo el mundo es bueno (menos los ciudadanos de USA que votan a Bush)

en las sociedades primitivas se vive/vivía mejor que aquí

el islam es una religión de paz

papeles para todos (al mismo tiempo que se defiende el estado del bienestar universal y las condiciones laborales actuales)

Etc

8:49 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo solo se que vives acomodada. Si no vivieras acomodada, tendrias otras ideas.

Te recuerdo que todos seguimos aquello de "si no lo creo, no lo veo", es decir: primero elegimos nuestras creencias (en base de vete a saber que) y luego nos disponemos a justificarlas (como haces tu en este blog).

Y lo gracioso es que deberia ser al reves.

12:35 p. m.  

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